La tierra no es el único punto del universo que contiene vida.
La vida existe en multiplicidad de universos, planetas, dimensiones y en multiplicidad de formas. La vida es la forma más pura de energía, sin la energía de la vida el universo comenzaría su contracción y terminaría destruyéndose a sí mismo.
La vida es una energía que se replica a sí misma, que no muere, puesto que continúa en la existencia y en la creación de nueva vida. La misma evolución del universo, la misma formación de la materia encontró que para continuar su expansión y supervivencia era necesaria la creación de una forma de energía que tuviera la capacidad de replicarse.
Esa es la razón primordial de la existencia de todos los seres vivientes en todas sus formas a lo largo y a lo ancho del universo. Para eso viven los seres humanos, los seres de luz y todos los seres que habitan todos los universos. Incluso el anti-universo. La forma de vida en el anti-universo es una forma de vida que carcome y deglute energía y logra de esta forma el balance cósmico.
Entendiendo que la vida es la generadora de la energía esencial que mueve la evolución del universo, la forma más pura, limpia y poderosa de esa energía es lo que llamamos amor.
El amor es la energía vibrando en su más alta y elevada potencia.
Así como el universo está en expansión y así como el universo tuvo que aprender que su combustible sería la energía proveniente de la existencia de la vida y esa vida es necesaria para su evolución, así la vida también tiene su proceso de evolución y su proceso de crecimiento.
Es por eso y para eso que es necesaria la encarnación una y otra vez: para poder refinar, mejorar y elevar las vibraciones de la vida.
Cada acto de amor, de solidaridad, de generosidad, genera combustible de vibración para la evolución del universo.
En cuanto a la baja vibración, si no existiera energía vibrando a baja potencia entonces la necesidad por la compasión, la generosidad y la solidaridad no existiría y no se podría generar el combustible de alta vibración al tener un acto generoso o solidario. El mal es necesario para que el bien venga a doblegarlo y de esa manera generar energía evolutiva.
Un ejemplo es la idea de matar a un animal para poder usarlo como energía para que otro animal mayor y más poderoso pueda vivir, o como cortar un árbol para hacer leña y de esa energía fabricar calor y luz: primero fue la vida del árbol, luego leña y finalmente energía de luz. Entonces, cuanta más luz y energía genere ese árbol más combustible energético de alta vibración tendrá el universo para seguir evolucionando.
Por eso la misión en la tierra de todos es la de vivir el momento en alegría y amor.
La alegría, la gratitud y el amor son algunas de las formas de energía más elevadas y que más contribuyen al combustible energético que necesita el universo para su evolución.
Tu misión en la tierra es disfrutar, amar, mirar un atardecer y emocionarte.
La emoción por la belleza o un acto solidario es energía pura, bella, evolutiva.
La energía que se desprende en un acto de solidaridad, de desprendimiento y ayuda pura hacia el otro, es también una forma pura de energía de evolución.
Cuando hablamos de vivir el día, hablamos de tener la capacidad de mirar todo lo bueno y todo lo bello que ocurre a cada instante, pues a cada instante hay energía evolutiva que se desprende para ayudar al universo en su expansión.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
Si entendemos la vida como la multiplicidad de formas conscientes e inconscientes de auto reproducción para la formación constante de energía de combustible universal, hablamos de la vida como un cúmulo de experiencias cuyo fin último es generar energía para la constante y continua evolución del universo.
El estado de lo que conoces como vida, es un estado de magnetización y calibración externa a la figura del alma humana tal cual la conoces o interpretas. Visualizar las vidas y sus reencarnaciones desde la mirada del cerebro humano conecta al alma con emociones que modifican el nivel vibratorial de su energía.
Caer en la cuenta de esa posibilidad conecta con extremos energéticos que pululan entre la variación de la forma vibratorial de la energía en términos corporales y físicos del ser humano.
La existencia de esta información en tu vida busca cambiar la valoración respecto de lo bueno y lo malo, y apunta a abastecer a la aceptación de mayor energía y a difundir y trabajar el término de necesariedad.
Seguirás doliendo, seguirás sufriendo, seguirás alegrando y amando.
Es la inevitabilidad de la carencia humana de conexión directa en términos de apertura a la información akáshica universal.
La belleza a la que eres sometida, el amor, incluso el dolor o la agonía, son emociones dignas de ser aceptadas, de ser abrazadas, de ser transmutadas.
La decisión de entrar en el mundo mancomunado de creación de las almas tiene que ver con la decisión de aprender, de conectar con la belleza y con lo divino desde otro lugar, desde el lugar de la experiencia y no solamente desde el lugar de la teoría.
La transmutación de un dolor, por ejemplo, es un acto milagroso y bello en sí, aunque el dolor no lo sea. El aprendizaje que ese dolor trae aparejado una vez transmutado, además de generar altos niveles de vibración de energía universal, trae también una conexión más íntima y más fuerte con la estela universal de Dios.
Entonces vivir el mundo en el que vives y la vida en la que has elegido encarnar, vivir desde el disfrute, desde la conexión con lo divino, es un milagro en sí.
Trabajar sobre los dolores, transmutar las emociones de vibración baja y buscar la conexión con la belleza, con el amor y con la compasión, es el para qué.
La decisión de regresar a una encarnación o reencarnar para reparar daños, para reparar relaciones, para mejorar, para transmutar, requiere un deseo de conectar con lo divino, de conectar con otras almas, de conectar con el amor.
Entonces no temas por el futuro, acéptalo como tal, acéptalo como necesario, recuerda que nada de esto existe, sólo tu deseo de vibrar alto.
Trabaja en pos de tu deseo de vibrar alto, trabaja en pos de contagiarlo, pues a eso has encarnado: a disfrutar de los atardeceres, a disfrutar de la compañía y la conexión con otras almas, disfrutar de lo que tienes, disfrutar de lo que eres, pues eres todo lo que tienes que ser, eres todo lo que puedes ser. Y eso no es ni bueno ni malo, es necesario.
Y así, las comparaciones con otros o las opiniones de otros pierden peso puesto que en definitiva todos somos todo lo que podemos y necesitamos ser. Conectar con lo divino es la misión última: El para qué.